La desaparición de la partida del pabellón de España contribuye a «su autodestrucción». El Estado aportará a las cuentas de la ciudad 252 millones para el año próximo

La quinta capital de España se siente «olvidada de nuevo». Malestar, indignación y abandono, porque el Gobierno central no solo no ha sido capaz de dar respuesta a la financiación de los ayuntamientos, que soportan la prestación de servicios que no le competen y socorren las carencias de otras administraciones, sino que, además y una vez más, quien debería hacerlo, el Ejecutivo central, ni siquiera le dedica ni las mínimas inversiones que le reclama. Con proyectos estratégicos clave como la cesión de la avenida de Cataluña, las ayudas al transporte área metropolitana o el pabellón de España en el recinto Expo. Las dos primeras no han contado en cuatro años, la última es la primera vez que ni aparece en sus previsiones destinar a su rehabilitación los 1,7 millones que cuesta ponerlo en funcionamiento para otro uso.

Esta es la lectura que ayer hacía, en declaraciones a este diario, el teniente de alcalde de Economía y Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Fernando Rivarés, más molesto por la falta de respuestas en cuanto a la financiación estable de los consistorios que por los macroproyectos que para Zaragoza ni se plantean desde Madrid. «Las inversiones que plantea este presupuesto no son, en el caso de Zaragoza, ni buenas ni malas, es que no existen», lamentó el concejal. 

LA PROMESA DE ELOY Especialmente sangrante es, en su opinión, el caso de la cesión de la avenida Cataluña. Una decisión que el portavoz del PP en el ayuntamiento y diputado en el Congreso, Eloy Suárez, prometió que llegaría en la pasada legislatura. Nunca se cumplió, ni tampoco ahora el Gobierno central parece querer demostrar que se arrepienta. No está en sus planes. «Lo peor no es que Fomento no nos ayude a arreglarla, es que si no nos la cede no podemos intervenir en ella», señaló Rivarés.

En el caso del pabellón de España en el recinto de Ranillas, su visión es la de que el Gobierno central demuestra que lo que pretende con este olvido es «su autodestrucción paulatina». Porque «ya van muchos casos», apuntó, en los que la falta de inversión en su recuperación o el abandono se traduce con el paso del tiempo en su desaparición.

Al menos el responsable de las finanzas municipales en la capital aragonesa ya tiene una cifra de referencia para su propio presupuesto, el que tendrá que presentar en otoño al pleno municipal. El Ministerio de Hacienda aportará unos 252 millones de euros, aunque no se harán efectivos en su integridad. Y es que la herencia recibida en su caso es la de tener que devolver los más de cien millones de más que la ciudad recibió en los anticipos a cuenta del Estado en los ejercicios 2008 y 2009. En la legislatura pasada se decidió fraccionar el pago en 110 mensualidades, lo que se traduce en que 21 millones debería recibir pero de estos se descontarán la cuota correspondiente a esta devolución.

No olvidó las comunicaciones y, sobre todo el transporte. Rivarés consideró que el Estado debería ayudar a sustentar el servicio que se presta al área metropolitana a través del Consorcio de Transportes y ni siquiera ha habido un euro para el Cercanías o para el autobús que da servicio a los pueblos y barrios rurales de Zaragoza. «No se trata de llorar, es que no han entendido nada», concluyó.

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